La empresa de limpieza de Palma quiere despedir a una barrendera municipal por ir al baño
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La dirección socialista de la empresa municipal de limpieza de Palma (Emaya), presidida por el concejal de Medio Ambiente, Ramon Perpinyà, quiere despedir a una barrendera municipal por «ir a cagar» a un baño público del Mercado del Olivar. La compañía le ha abierto expediente disciplinario por una falta grave o muy grave, que puede acarrear su cese definitivo como empleada o la suspensión de empleo y sueldo de entre 11 y 60 días.
Los hechos sucedieron el pasado mes de septiembre, cuando la empleada en cuestión estaba desempeñando sus funciones en el entorno del citado mercado municipal de Palma.
A las 9.00 horas dejó el carro detrás de los camiones en el muelle de descarga del mercado de abastos, según recoge el expediente disciplinario, y a las 9.10 recibió la llamada de su jefe de sector al que le comunicó que estaba en el baño.
Tras indicarle éste que tendría que haberle mandado un whatsapp informando de que se ausentaría brevemente de su puesto de trabajo, la trabajadora en cuestión le contestó que no estaba en el bar, que entrase al baño femenino y viese cómo se subía los pantalones, ya que estaba «cagando».
A los diez minutos, la expedientada se encontró con el jefe de sector que le indicó si había entendido por qué le había dicho que procurase avisar.
Según el expediente, la empleada empezó a chillar en tono amenazante, levantando los brazos y diciendo: «¿Qué pasa, que no puedo ni cagar?», «¿Cómo quieres que te avise si estoy cagando?».
Tras insistir el jefe de sector en que no levantase la voz, ni los brazos y que sólo le pedía que mandara un mensaje informando, la empleada municipal de la limpieza habría contestado: «Hay otros que están bebiendo cervezas en el bar y no les pasa nada» .
«En esta empresa ya no se puede ni cagar», zanjó la barrendera de forma que el responsable del sector se fue para evitar una escalada en el conflicto y la habría dejado gritando y haciendo aspavientos, dirigiéndose a viandantes y camioneros a varios metros de distancia.
Niega que insultara a nadie
En su pliego de descargos, la trabajadora en cuestión niega que insultara ni maltratara de palabra a nadie, ni que hubiese falta de respeto, porque cuando una persona se enfada, sus arrebatos verbales no son de forma regular sino esporádicos. Y por una situación puntual y ocasional, nunca jamás puede considerarse como maltrato emocional.
Además, precisa que se ausentó por necesidades fisiológicas por el tiempo imprescindible y que la intención de la empresa era la de cronometrar mediante whatsapp su justificada ausencia, y si no se ajustaba al algoritmo, la pudiera sancionar.
En este sentido, apunta que en el pliego de cargos no se constata conducta infractora alguna, ya que se hace mención a un único hecho, «con imputaciones sorpresivas, que sin tener conocimientos de estos hechos añadidos, imposibilitan el ejercicio de mi defensa en la fase de instrucción».
Por ello, lamenta que la dirección de la empresa municipal no haya tenido intención de proceder a una previa verificación rigurosa, clara y concreta de los hechos, y exige el archivo y el sobreseimiento del expediente sancionador.